El aula descansa
Las despedidas casi siempre conllevan doble emoción (tristeza-alegría). En este caso, para todos (excepto Sebastián), más que una despedida del aula, es una despedida de Pamplona, ciudad de la cual tengo excelente opinión y me quedan excelentes recuerdos.
Pamplona me acogió durante seis meses, tiempo que me atrevo a decir ha sido de lo mejor de mi vida. En mi persona hay un antes y un después de Pamplona, eso por seguro, y el cambio es para mejor.
En fin, gracias Navarra, gracias Pamplona, gracias pamplonicas, gracias MGEC, gracias Unav, gracias a todos por ser parte de esta fabulosa experiencia.
Pero esto no ha acabado. Queda un tercio: La práctica... Ahora, ¡a por Madrid!